"No tengo optimismo, tengo esperanza, que es más importante. Sé que este sistema, el sistema capitalista y esta economía, son hechos históricos y como tales evolucionarán y cambiarán y sé que están tropezando con límites que no pueden salvar, y mientras la humanidad continúe, tendremos la oportunidad de otro desarrollo, que será inevitable.
Quiero terminar, como lo hago algunas veces cuando hablo a mis colegas, los economistas, que me escuchan con cortesía, incluso con afecto, pero pensando que todo esto son utopías y cosas de humanista; y la palabra "humanista" tiene en sus labios un sentido peyorativo del cual me enorgullezco. Yo suelo terminar diciéndoles: Mirad, vosotros con vuestros modelos económicos, reconocidos en Harvard y en Oxford y en otros sitios, son como gente que va en un tren espléndido, dotado de los mejores medios, con televisón, con bar, con restaurante y a 200 kilómetros por hora, un tren que va hacia el Norte como una flecha. Y se detiene en un paso a nivel, y allí se encuentran conmigo, que voy andando por el camino que cruza la vía, con un burro y tres o cuatro herramientas rudimentarias, porque esa teoría económica que deseo, no la tengo y voy con un zapapico y cosas así a ver qué encuentro.
Entonces me dicen: Pero hombre Sampedro, no seas tonto - porque son amigos míos - súbete al tren, tenemos aire acondicinado y además vamos a 200 por hora. Contesto: sí, yo voy a 5 km. por hora, pero vosotros vais hacia el Norte y yo voy hacia el Sur y cuanto más corra con vosotros, más lejos estaré de donde voy; mientras que si continúo como estoy, me iré acercando a lo que quiero. Y si no llego, no importa, ese es un hecho biológico, pero no histórico: Sé que voy con la historia. De modo que les dejo pasar y sigo con mi carrito hacia el Sur".
Denuncien, molestense, abúrranse... por favor no se queden inmóviles al borde del camino.
Eduardo Cerda Barahona